A las 8.25 horas estaba
en la playa del Varadero, apoyado en una valla azul que delimitaba la zona de
llegada de los nadadores y la zona de curiosos, familiares, amigos y público en
general. Cuando me situé y comencé a tomar conciencia de la distancia que había
hasta Tabarca, de lo bien señalizado que estaba el recorrido por boyas y globos
y de la carpa de descanso que daba la bienvenida a los deportistas, el speaker
pidió un fuerte aplauso para las personas que habían tomado la inteligente
decisión de abandonar. En ese momento sentí un hormigueo en el estómago y me
llené de preocupación. Tuve un flashforward y me vi a mí mismo dentro de
un año bajando de aquella barca, resignado y con la sensación de haber tirado
un año y un propósito a la basura. Por supuesto, creo que esas personas que
decidieron retirarse, hicieron lo correcto y seguro que de todos los que se
lanzaron al mar fueron los que tuvieron más valor por tomar esa decisión, y
espero que si el próximo año me veo en una situación comprometida sepa decidir
que la aventura se ha acabado y opte, como ellos, por pedir ayuda. Pero aun
así, me puse nervioso de pensar que podría verme en esa circunstancia.
Después, los
comentarios del speaker siguieron animándome: “¡¡¡un fuerte aplauso
para los piragüistas, que hacen una gran labor de apoyo y de seguridad!!!,
¡¡¡hay que tener en cuenta, que todas las personas que se han lanzado al mar,
están jugándose la vida!!!”; gritaba al micrófono, mientras caminaba excitado
por los alrededores del arco de llegada. “¡¡¡Con el fuerte oleaje y la marea
en contra, completar la travesía va a ser épico para muchos nadadores!!!”,
dijo en otro momento.
Llegó el primer
clasificado y a continuación comenzó el goteo de nadadores que cruzaba la línea
de meta. La entrada de la primera mujer también me impactó. Fue incapaz de
hablar y tuvo que sentarse en la arena. El speaker, micro en mano,
trataba de animarla: “¡¡¡no te preocupes campeona que estamos en familia,
vomita si quieres!!!”. Ya me había hecho una idea de lo que significaba
completar la travesía con el mar en malas condiciones (peligro, agotamiento,
mareo). Lo peor de todo fue, que yo miraba al agua y no veía oleaje, ni el
viento soplaba fuerte. Imagino que era la corriente en contra la que hacía tan
duro nadar hacia Santa Pola.
Me fui andando hasta la escollera más próxima y allí veía de cerca pasar a los nadadores acompañados por barcos y piraguas. Hasta muy lejos se podía ver la espuma que formaban los brazos al entrar en el agua. Al lado de mí, dos hombres de unos 60 años y que medían más de ancho que de alto, comentaban con tono despreciativo el esfuerzo que hacían los deportistas: “esto no tiene nada, siendo joven y nadando tranquilamente a tu ritmo, al final llegas”, le decía uno a otro.
Volví a la zona de llegada y entonces fue cuando decidí
que, a pesar de todo, tenía que intentarlo. Me fijé de nuevo en los que iban
llegando, entraban cansados, con la respiración fatigosa pero todos con cara de
felicidad. Uno de los nadadores comentó: “ha sido increíble. Bonito de
verdad. Ves el fondo durante todo el recorrido”. Espero que en julio de
2013 el mar se porte bien conmigo y me regale corriente a favor.
Abandonar la travesia, es sin duda una de las decisiones mas duras que seguramente tuvieron que tomar estas personas. Tengo poca capacidad para analizar y para dar consejos en este mundo, pero creo que para nadar 6 km en esas condiciones, es muuucho mas importante andar fuerte mentalmente, de cabeza, que haber entrenado lo suficiente y estar fuerte físicamente. Es increible, impacta de verdad lo que el cuerpo humano es capaz de aguantar si la cabeza le empuja a ello, es capaz de exprimirse hasta no conocer limites... Te puedo decir que por problemas, la noche anterior a la prueba solo pude dormir 1 hora y media y al llegar y encontrarme el mar en este estado me llene de preocupación, me vi incapaz de completarla, pero una vez que te metes en faena, si tu cabeza quiere, y con un poco de garra y fuerza fisica, esta claro que puedes.
ResponderEliminarSi llegado el caso, tienes que resignarte, no es un año tirado, es un pasito atras para coger carrerilla, yo lo he aprendido este año. Los malos momentos sirven para levantarse y prepararte para el proximo golpe, eso te hace fuerte y te prepara para todo lo que esta por venir. Entrenando y compitiendo siempre tendras momentos malos y momentos buenos, solo hay que saber gestionarlos adecuadamente.
Saludos