De momento este es mi último
post. Con 35 años empiezo a tener claro que vivir es tomar decisiones y que una
decisión nos conduce a otra nueva encrucijada en la que nuevamente tendremos
que elegir. Creo que la mayoría de decisiones que tomamos no son buenas ni
malas. En un porcentaje muy alto no se trata de acertar o equivocarse,
simplemente se trata de elegir y nuestra elección irá configurando todo lo que
somos.
En estos últimos meses
he sentido la obligación de elegir. Soy de los pocos españoles que todavía
sigue trabajando, tengo familia, pareja y un hijo y el año pasado decidí
enmendar una antigua elección y me matriculé en la UNED para realizar unos
estudios de grado que siempre quise hacer y que en el último instante decidí
cambiar por otros que me llevaron al puesto de trabajo que tengo en la
actualidad. Así que mi rutina diaria consistía en despertarme a las 6.30 horas,
salir de casa a las 6.50, conducir 110 km, trabajar hasta las tres, comer de tupper,
volver a hacer 110 km, ir a la piscina, cambiarme, nadar, estirar, ducharme,
llegar a casa a las 7 de la tarde, recoger la bolsa de deporte, reírme con mi
hijo durante un instante hasta que él comenzara su baño, prepararme la comida
para el día siguiente, dar un beso de buenas noches a mi niño, preparar la
cena, ver un rato la tele junto a mi mujer, intentar sin conseguir estudiar un
rato, acostarme a las 12 de la noche, encender el mp3 y dormirme en el primer
minuto.
Me he cansado. He notado
grandes cambios y he tenido muy buenas sensaciones en el agua, pero nadar desde
Tabarca hasta Santa Pola implica entrenamiento y eso significa tiempo. Ahora
creo que es posible, estoy convencido de que podría hacerlo. Puedo imaginarme en
el agua rodeado de gente, sentir la espuma que surge de cada una de mis
brazadas y ver como avanzo buscando nuevamente la arena de la playa. Pero no
estoy dispuesto. Quiero ir al parque a empujar un columpio, pasear una hora sin
avanzar más de 100 metros porque lo divertido es subir y bajar de la acera y me
apetece dedicar tiempo al estudio.
De todos modos, me
retiro contento, he descubierto que la natación es mi deporte. El que mejor me
va para las rodillas. A partir de ahora nadaré cuando pueda, sin compromiso ni
obligación. No descarto emprender el proyecto en otro momento, pero ahora no.
Por último, quiero
hacer una mención especial a Quine6. Él sí que completó la travesía el año
pasado. Gracias por el interés que has mostrado, por la información tan útil,
por los planes de entrenamiento, por el apoyo y por haber estado ahí. Quizás
nos veamos en Santa Pola en julio. Vivo cerca y si vienes y me avisas iré a
saludarte.
Bueno, aquí acaba mi
aventura de momento, pero sin saber si se trata de un fin o un hasta luego.