En
muchas ocasiones peco de ingenuo y me planteo objetivos que acaban mostrándose
como poco realistas. Este es el caso del plan de entrenamiento que planifiqué
para la semana pasada. No tuve en cuenta dos hechos fundamentales: el primero
es que mi pueblo estaba y continúa sumergido en plenas fiestas patronales; y el
segundo, que además, yo sigo trabajando. Así que, he descubierto que levantarse
muy temprano, acostarse tarde, intentar quedar con los amigos, estar con la
familia, salir a cenar y tomar copas no es compatible, por lo menos para mí,
con ir a la piscina.
De
todos modos, pretendo que ir a nadar sea algo divertido y durante este periodo
estival mi intención es ir cogiendo el pulso al agua, mejorar la técnica y la
resistencia física. Por lo que, de momento, no quiere obsesionarme.
A
pesar de todo, el miércoles pasado estuve en la piscina y nadé 1000 metros.
Intenté hacer algunos ejercicios de técnica y combiné distintos ritmos de nado.
Esta semana no me planteo nada, ir al agua cuando pueda, terminar bien las
fiestas y esperar que la semana que viene vuelva la seriedad a mi vida.
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