lunes, 13 de agosto de 2012

Im-po-si-ble.

En muchas ocasiones peco de ingenuo y me planteo objetivos que acaban mostrándose como poco realistas. Este es el caso del plan de entrenamiento que planifiqué para la semana pasada. No tuve en cuenta dos hechos fundamentales: el primero es que mi pueblo estaba y continúa sumergido en plenas fiestas patronales; y el segundo, que además, yo sigo trabajando. Así que, he descubierto que levantarse muy temprano, acostarse tarde, intentar quedar con los amigos, estar con la familia, salir a cenar y tomar copas no es compatible, por lo menos para mí, con ir a la piscina.


De todos modos, pretendo que ir a nadar sea algo divertido y durante este periodo estival mi intención es ir cogiendo el pulso al agua, mejorar la técnica y la resistencia física. Por lo que, de momento, no quiere obsesionarme.

A pesar de todo, el miércoles pasado estuve en la piscina y nadé 1000 metros. Intenté hacer algunos ejercicios de técnica y combiné distintos ritmos de nado. Esta semana no me planteo nada, ir al agua cuando pueda, terminar bien las fiestas y esperar que la semana que viene vuelva la seriedad a mi vida.

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